Una vez configurado la conexión a internet, he actualizado Ubuntu. Es tan fácil como con windows:
Nos vamos a Sistema – Administración – Gestor de actualizaciones
Nos vamos a Sistema – Administración – Gestor de actualizaciones

Si nos sale que no hay ninguna actualización a descargar, podemos insistir en Comprobar. Seleccionamos las actualizaciones que queramos instalar (yo dejé seleccionadas todas) y pinchamos en Instalar actualizaciones.

Y eso es todo. De momento, no puedo decir que Linux sea difícil, ¿no?

1 comentario:
Bueno, yo diría que es más sencillo que Windows, al menos por mi experiencia.
Yo, en el trabajo uso un bonico Compaq con Windows XP orginal, con la preciosa pegatina de colorines en el lateral, etc. Pues resulta que, una de las últimas veces que se actualizó, una de las actualizaciones era el Explorer 7, pero no lo pude instalar porque no reconocía la licencia. Y, la verdad, en el trabajo tengo cosas mejores que hacer andar buscando la maldita forma de demostrar que la licencia es buena.
Ubuntu, al no tener que licenciar como Windows, no pide te nada, actualiza y punto. Siempre tienes el sistema operativo y los programas soportados oficialmente actualizados. Además, la gran mayoría de las veces no es necesario reiniciar, mientras que en Windows, la gran mayoría de las veces tienes que reiniciar.
Lo único que no he conseguido (tampoco le he dado muchas vueltas) es conseguir que no te vuelva a pedir actualizar si no quieres hacer una actualización determinada.
Publicar un comentario